martes, 24 de mayo de 2011

Dorothy Day



.Dorothy Day, fue una periodista de Estados Unidosactivista social, laicaterciaria franciscanaanarquista cristiana, y miembro devota de la Iglesia Católica. Será conocida gracias a sus campañas por la justicia social, en defensa de los pobres. Junto con Peter Maurin, fundaría el Movimiento del Trabajador Católico en 1933.





El Catholic Worker

En 1933 se contarón trece millones de parados en EEUU. "Todos los días había despedidos". Los hombres perdían su patrimonio porque no podían pagar el alquiler. El encuentro de Dorothy con Peter Maurin fue esencial. El empezó a "adoctrinarla" y de esta manera el 1 de mayo de 1933 -mientras 50.000 personas recorrían Nueva York, oponiéndose a la amenaza nazi- aparece el primer número del Catholic Worker ‘El trabajador Católico’. El periódico costaba un centavo de dólar, contenía informes de huelgas, análisis, trabajo infantil, huelgas de los agricultores, describía pésimas condiciones en el pago de salarios a los negros, artículos de fácil lectura y docenas de mensajes sobre una sociedad donde los hombres estén a gusto.
El Catholic Worker, con su entusiasmo y lenguaje claro cayó como una bomba. Del número inicial se imprimieron 2.500 ejemplares, a finales de años se vendían 100.000 y en 1936 se elevaba a 150.000.


Los workers

Jóvenes comprometidos llevaban el diario al hombro por todas partes; estaciones de buses, universidades, oficinas publicas, etc. Se mostraban entusiastas y llegaban para fregar, pintar y limpiar. La casa donde se encontraban era tan pobre como la mayoría de sus seguidores. Los Workers fundaron comedores benéficos, recogieron muebles y ropas y buscaban habitaciones vacías.
Los workers organizaban discusiones y conferencias y en ellas se hablaba mucho del orden social, de las condiciones de trabajo y del fascismo. Los católicos burgueses se opusierón al proyecto conescepticismo; los workers daban mucha importancia al cambio de una distribución social del poder.



La Madre Teresa de Calcuta




Las Misioneras de la Caridad

Recibió entrenamiento de enfermera durante tres meses en Patna con las Hermanas Misioneras Médicas de Norteamérica y para 1948 comenzó a trabajar entre los pobres (les enseñaba a leer) portando un sari blanco de algodón decorado con bordes azules. En el mismo año, envió un pedido al Vaticano para iniciar una congregación diocesana; sin embargo, en la India existían serias dificultades políticas pues aún no se había independizado. Por lo tanto, podría ser mal visto que una europea se dedicara a los pobres en la situación de aquel entonces.Su permiso para abandonar el convento se le concedió en agosto de 1948 y en octubre, la Santa Sede la autorizó a inaugurar su nueva congregación, la cual denominó las Misioneras de la Caridad. Esta orden trabaja de forma activa en orfanatos, hospitales, hospicios y centros de sida de todo el mundo. Aunque inicialmente esta congregación tenía sólo 13 miembros, con el tiempo ha llegado a poseer más de 4.000 integrantes y más de 500 misiones en aproximadamente 63 países.
Teresa escribió en su diario personal que en su primer año de trabajo con los pobres estuvo repleto de dificultades. No tenía demasiados ingresos y tuvo que pedir donaciones de alimentos y suministros. Según relató, experimentó duda, soledad e incluso, la tentación de volver a su vida en el convento durante estos primeros meses.
Para la fundación de uno de sus establecimientos para enfermos, «Kalighat, la Casa del Corazón Puro», se debió modificar en 1952 un antiguo templo hindú dedicado a la diosa Kali.En septiembre el presidente Rajendra Prasad le otorgó el galardón Padma Shri u Orden de Loto, y luego el premio Magsaysay, reconociéndola como «una de las mujeres más beneméritas de Asia». Después fundó el centro «Shanti Nagar» para aquellos individuos que padecían la enfermedad de Hansen, comúnmente conocida como lepra.


                                      El papa Pablo VI, con ocasión de su viaje a Bombay, le regaló un vehículo Lincoln, que luego fue subastado; con el dinero obtenido, la Madre Teresa organizó un establecimiento para leprosos denominado «Ciudad de la Paz», muy similar a «Don de la Paz», un centro de rehabilitación fundado por Teresa con el dinero que obtuvo junto con el premio Juan XXIII. En 1955, con el creciente aumento de niños abandonados, abrió la institución «Hogar del Niño del Inmaculado Corazón», para los huérfanos y los jóvenes sin hogar. En la década de 1960 ya había establecido una gran cantidad de hospicios, orfanatos y casas de leprosos en toda la India.
La rama masculina de su congregación fue fundada en 1963 (los Hermanos Misioneros de la Caridad) y, dirigiéndose a los sacerdotes, en 1981 inició el Movimiento Corpus Christi y en 1984 fundó los Padres Misioneros de la Caridad junto al padre Joseph Langford.Su orden comenzó a propagarse por el mundo a partir de 1965, cuando se estableció en Venezuela contando con tan solo cinco hermanas;para 1968 ya había establecimientos en RomaTanzania y Austria, e incluso se abarcó gran parte de AsiaÁfricaEuropa y Estados Unidos.
Durante la década de 1980, además, colaboró con la Cruz Roja para las víctimas del Sitio de Beirut, amplió sus esfuerzos en los países comunistas y atendió a las víctimas del accidente de Chernobil y las de un terremoto de Armenia.Para 1996, Teresa regentaba 517 misiones en más de 100 países. Tenía en su haber ya unos 450 centros de ayuda en todo el mundo. Los principales establecimientos para personas con sida en Estados Unidos se hallaban en Nueva York y Washington.Entre el 26 de marzo y el 16 de diciembre de 1971 ocurrió la Guerra de Liberación de Bangladesh, batalla entre la India y Pakistán, que produjo varias violaciones a mujeres, muchas de las cuales se suicidaron, enloquecieron y otras huyeron. Además, se les había prohibido contraer matrimonio y tener hijos. La Madre Teresa junto a sus hermanas establecieron sitios para acogerlas y brindarles todos los cuidados que necesitaran, y el gobierno otorgó la asistencia de unas 15 hermanas más debido a la gran cantidad de necesitadas. Luego fueron alentadas para que volvieran a reconstruir su matrimonio, adoptar hijos y regresar a sus pueblos, motivo por el cual recibieron el agradecimiento del primer ministro, quien relató que estas jóvenes deberían ser consideradas «heroínas nacionales».
A lo largo de su vida, la Madre Teresa experimentó crisis de fe (aproximadamente durante 50 años), según confesó en sus cartas. A pesar de que el hecho fue malinterpretado por muchas personas, la falta de cercanía con Dios fue muy común en muchos santos. También redactó cartas a sus confesores durante un período de 66 años y, aunque la religiosa pidió que fueran destruidas, éstas fueron recopiladas en el libro Madre Teresa: Ven y sé mi luz. Por otra parte, Teresa expresó que la oración es una fuente inagotable, al igual que la contemplación a Cristo, para llevar a cabo todo tipo de obras.Admiradora de San Francisco de Asís, en una ocasión Juan Pablo II, analizando sus obras y logros, le preguntó de dónde hallaba la fuerza y la perseverancia para ponerse al total servicio de los pobres, a lo que respondió: «En la oración y la contemplación religiosa de Jesucristo.


Irena Sendler



Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia el cual llevaba los comedores comunitarios de la ciudad. Allí trabajó incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías como católicas. Gracias a ella, estos comedores no sólo proporcionaban comida para huérfanos, ancianos y pobres sino que además entregaban ropa, medicinas y dinero.
En 1942 los nazis crearon un gueto en Varsovia, e Irena, horrorizada por las condiciones en que se vivía allí, se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. Ella misma lo cuenta: "Conseguí, para mí y mi compañera Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde tuve éxito en conseguir pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto."
Cuando Irena caminaba por las calles del gueto, llevaba un brazalete con la estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. Pronto se puso en contacto con familias a las que ofreció llevar a sus hijos fuera del gueto. Pero no les podía dar garantías de éxito. Lo único seguro era que los niños morirían si permanecían en él. Muchas madres y abuelas eran reticentes a entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que resultó fatal para ellos. Algunas veces, cuando Irena o sus chicas volvían a visitar a las familias para intentar hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren que los conduciría a los campos de la muerte.
A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación del gueto en el verano de 1942, consiguió rescatar a más de 2.500 niños por distintos caminos: comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo tipo de subterfugios que sirvieran para esconderlos: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes... en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape.
                                                      


Irena quería que un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres, su identidad, sus historias personales y sus familias. Entonces ideó un archivo en el que registraba los nombres de los niños y sus nuevas identidades.
Los nazis supieron de sus actividades. El 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la infame prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada. En un colchón de paja encontró una estampa de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en tí confío”, que conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió a Juan Pablo II.
Ella era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos. Soportó la tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!". Al día siguiente halló su nombre en la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes, e Irena continuó trabajando con una identidad falsa.
En 1943, durante el Levantamiento de Varsovia, colocó sus listas en dos frascos de vidrio y los enterró en el jardín de su vecina para asegurarse de que llegarían a las manos indicadas si ella moría. Al finalizar la guerra, Irena misma los desenterró y le entregó las notas al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de salvamento de los judíos sobrevivientes. Lamentablemente la mayor parte de las familias de los niños había muerto en los campos de concentración nazis. En un principio los chicos que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados en diferentes orfanatos y poco a poco se los envió a Palestina.
Los niños sólo conocían a Irena por su nombre clave "Jolanta". Pero años más tarde, cuando su foto salió en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre la llamó por teléfono y le dijo: "Recuerdo su cara, usted es quien me sacó del Gueto." Y así comenzó a recibir muchas llamadas y reconocimientos

Simone Weil



Simone Weil, nace en el seno de una familia hebrea intelectual y laica: su padre era un médico renombrado y su hermano mayor, André Weil, un matemático brillante.
Estudia filosofía y literatura clásica, es alumna de Alain (Émile Chartier). A los 19 años ingresa, con la calificación más alta, seguida por Simone de Beauvoir, en la Escuela Normal Superior de París. Se gradúa a los 22 años y comienza su carrera docente en diversos liceos.
En uno de sus escritos autobiográficos, Simone de Beauvoir comenta sobre ella: “Me intrigaba por su gran reputación de mujer inteligente y audaz. Por ese tiempo, una terrible hambruna había devastado China y me contaron que cuando ella escuchó la noticia lloró. Estas lágrimas motivaron mi respeto, mucho más que sus dotes como filósofa. Envidiaba un corazón capaz de latir a través del universo entero”.
Al comienzo de los años treinta parte por algunas semanas a Alemania y a su regreso escribe algunos artículos donde expresa con lucidez hacia dónde se dirige Alemania. A los 23 años es transferida del liceo donde trabajaba por encabezar una manifestación de obreros cesantes. Los problemas con los superiores de los liceos se suceden, por cuestiones políticas y de metodología docente, lo que significa que una y otra vez será transferida de liceo.
Conoce a León Trotsky en París, con quien discute sobre la situación rusa, Stalin, y la doctrina marxista.
A los 25 años, abandona provisoriamente su carrera docente, para huir de París y durante los años 1934 y 1935, trabaja como obrera en Renault: "Allí recibí la marca del esclavo", dirá; En 1941, ya en Marsella, trabaja como obrera agrícola. Piensa que el trabajo manual debe considerarse como el centro de la cultura y sostiene que la separación creciente a lo largo de la historia entre la actividad manual y la actividad intelectual ha sido la causa de la relación de dominio y poder que ejercen los que manejan la palabra sobre los que se ocupan de las cosas.
Pacifista radical, luego sindicalista revolucionaria, finalmente llegará a pensar que sólo es posible un reformismo revolucionario: los pobres están tan explotados que no tienen la fuerza de alzarse contra la opresión y, sin embargo, es absolutamente imprescindible que ellos mismos tomen la responsabilidad de su revolución. Por eso es necesario crear condiciones menos opresivas mediante avances reformistas para facilitar una revolución responsable, menos precipitada y violenta.
Sindicalista de la educación, se muestra a favor de la unificación sindical y escribe en la revista La escuela enmancipada. Antiestalinista, participa desde 1932 en el Círculo comunista democrático de Boris Souvarine a quien ha conocido por intermedio de Nicolás Lazarévitch. Participa en la huelga general de 1936. Milita apasionadamente por un pacifismo intransigente pero, al mismo tiempo, se compromete en la columna anarquista Durruti en España que lucha contra Francisco Franco dentro del bando republicano español. Es periodista voluntaria en Barcelona y se incorpora al combate armado en Aragón. Allí aprende a usar el fusil pero nunca se atreve a dispararlo. De esta cruda experiencia, le queda el amargo sentimiento de la brutalidad y del sinsentido de la guerra.

Margarite Barankitse


Mujer burundiana excepcional, la señora Marguerite Barankitse, titular de un doctoradohonoris causa de la Universidad de Lovaina, trabaja con ardor y valentía por la paz y la reconciliación de Burundi. Dedica su vida y todos sus esfuerzos a los niños víctimas de la guerra. Marguerite –Maggie, como prefiere que la llamen– nació en 1956 en el pueblo de Nyamutobo; huérfana desde su más tierna infancia, estuvo como interna en el liceo de Bujumbura, dirigido por religiosas que le dieron una buena educación. Luego, deseosa de enseñar, recorre todos los días a pie 12 kilómetros para ir a estudiar a la Escuela Normal de Ruyigi. De 1979 a 1981, provista de su título, se dedica a la docencia. De 1981 a 1983, sigue una formación para mujeres laicas  en el seno de la asociación Auxillium, en Lourdes. De vuelta a Burundi, reanuda sus labores docentes en Ruyigi, pero al negarse a aplicar la política de segregación étnica, es despedida de la función pública. Con una beca que se le otorga, sale para Suiza, siendo más adelante secretaria del obispo de Ruyigi.
Soltera, adopta a siete niños hutus y tutsis, entre ellos Chloé Ndayikunda, de etnia hutu, que había perdido a sus padres en 1972, durante la primera depuración étnica. En octubre de 1993, al degradarse cada vez más el clima político, Maggie esconde a varias decenas de hutus, tanto adultos como niños, en el obispado de Ruyigi. El domingo, 24 de octubre, por la mañana, irrumpen unos asaltantes tutsis armados de porras, machetes y piedras, y atacan el obispado. Maggie trata de interponerse pero la pegan, la atan a una silla, prenden fuego y, en el patio, asesinan ante sus ojos a 72 personas. Después de aquella matanza, a cambio de las llaves de la reserva, uno de los estudiantes de Rusengo la ayuda a escapar. Dando dinero a los asaltantes logra salvar a 25 niños hutus, sacándolos del edificio en llamas: los esconde en el cementerio y, al anochecer, solicita la ayuda de un cooperante alemán, Martin Novak, que le brinda asilo en los primeros tiempos. Sacando fuerzas insospechadas de su ira y su indignación, pero sobre todo de su fe inquebrantable en la divina Providencia y en su amor a la vida, logra poco a poco, con peligro de su vida, crear la Casa Shalom, instalándola en una escuela  destartalada que le presta el obispo de Ruyigi. La situación de crisis perdura: son decenas, incluso centenares de niños que corren a refugiarse a casa de Maggie. Para alimentar a toda esa gente, va cosechando comida en las tierras de su familia. La guerra continúa, y entonces Maggie decide cultivar la tierra con los niños para seguir alimentándolos. Organiza una ayuda mutua sin distinción de etnia, de religión y de origen social: los mayores tienen que ocuparse de los pequeños.
                                           


Al principio, su obra está financiada con subvenciones alemanas, y luego, gracias a amigos a los que conoció durante su estadía en Europa, la ayuda internacional mantiene sus numerosos proyectos. Abre otros dos centros para los niños traumatizados o mutilados: el Oasis de la Paz y la Casa de la Paz. Con el fin de garantizar el futuro de estos niños que van creciendo, la Casa Shalom se desarrolla para transformarse en red de ‘pueblos’, que permiten a los niños criarse en el seno de ‘familias’ y responsabilizarse de sí mismos. Para Maggie, lo que importa ante todo es la educación de estos niños para la paz y el perdón. Hoy en día, son más de 50.000 los niños y adultos que han recibido ayuda de la Casa Shalom. En julio de 2007, se inauguró el Centro Madre e Hijo, construido por los ejércitos belga y burundés en las tierras ancestrales de la familia de Maggie legadas a la ONG Casa Shalom. Asimismo, está prevista para 2008 la apertura del hospital REMA, con 120 camas.
Maggie es a la vez la Madre Teresa y el Abbé Pierre de Burundi.  “No hay nada que resista al amor”, repite sin cesar en sus viajes por todo el mundo. Y su mensaje es: “Jamás el mal tendrá la última palabra. La fe y el amor desplazan las montañas del odio.” Pregona su fe con orgullo: “La oración me mantiene en pie. El verdadero valor, lo saco de la Eucaristía”, afirma. La acción humanitaria y pacífica de Maggie ha sido premiada con numerosos galardones internacionales.